Busqué entre tus cartas amarillas
mil te quiero, mil caricias
y una flor que entre dos hojas
se durmió.
Y mis brazos vacíos se cerraban
aferrándose a la nada,
intentando detener mi juventud.
Al fin hoy he vuelto a la verdad,
mis manos vacías te han buscado,
la hiedra ha crecido,
el sol se ha dormido,
te llamo y no escuchas ya mi voz
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